sábado, 17 de noviembre de 2012

Cuentos de Barrio: Un fantasma recorre Europa.

Repiqueteaba su bolígrafo azul Bic, mordisqueado a más no poder en su borde final. Intentaba reproducir el redoble de batería del estribillo de 'Love me do' de The Beatles que le había hecho las veces de banda sonora durante toda la mañana. Apenas podía discernir lo que sus oídos se tomaban la molestia de captar, no obstante, una sonoras palabras invadieron huecamente el aula e interrumpieron la melodía del bolígrafo:
"Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes."
- 'Un fantasma recorre Europa' - dijo Cintia ensimismada desde su pupitre. -Si señorita, lo ha repetido usted muy bien, ahora ¿puede hacernos el favor de explicarnos a toda la clase quién escribió el Manifiesto Comunista?- inquirió la profesora con cierto desdén provocado por el embobamiento al que la chica le tenía acostumbrada. - Pueees, eeeeeh, a ver, no estoy muy segura perooo, me parece que fueron los hermanos Marx, ¿no?- La clase contestó a Cintia con una esperpéntica risotada que agravó la jaqueca que ésta empezaba a padecer. 
Después de este embarazoso inciso la clase continuó en una suerte de universo paralelo para la alumna, que se había quedado meditando en la frase que le había puesto los pelos de punta. Recordó al fin por qué le causaban tanto estupor aquellas palabras, su padre hacía un mes que no volvía a su casa desde que tuvo una acalorada discusión con su madre:
- Maldita sea Marta, ¡cojones! estoy hasta la coronilla de que el cabrón de mi jefe me mande de viaje a tomar por culo cada vez que le viene en gana, y tu lo único de lo que eres capaz es de recriminarme que te sientes sola, de que si que no puedes más, que si que con los dos chiquillos y tu curro tienes mucho agobio, que si que me echas de menos. De verdad, si no fuera por el maldito fantasma que recorre Europa, las cosas serían mucho más fáciles para los dos...- Tras estas palabras recuerda Cintia que su madre comenzó a llorar durante unos minutos que parecían no tener fin. Nunca había visto ni oído a su madre llorar, era una mujer recta, cariñosa pero seria y muy práctica, de las que no se andan con niñerías. Sin embargo desde que Ernesto, su padre, no hacía otra cosa que viajar, Marta no tenía las mismas energías. Cintia pensaba que este cambio podría estar relacionado también, con la falta de dinero que veía reflejada en cada  rincón de su casa  desde hace una año. - Joder, tía en serio, yo se que no debería pedir más pero es que con 10 euros de paga  me llega para el paquete de tabaco y un par de cervezas- se quejaba frecuentemente a su amiga Vanesa. 
-¿Que habrá querido decir mi padre?- seguía Cintia con su tema a la salida de clase, sus compañeros la miraron con extrañeza ya que últimamente decía algún que otro disparate que ellos no entendían. Dejó a su espalda el instituto salesiano que sus padres aún le podían pagar y se dispuso a volver a su casa dando un rodeo. Comenzó a bajar por Ronda de Atocha atraída por un fuerte clamor que le produjo curiosidad:
- "El pueblo unido jamás será vencido" - coreaba la multitud que subía encendida por la calle. - "No es una crisis, es una estafa"- espetaba un hombre de unos 50 años de edad, de voz ronca y ajada, el resto le siguió gritando la misma consigna. Cintia nunca había estado en una manifestación. La muchedumbre la empezó a envolver. Bajó el volumen de su iPod, ya que entre tanto grito y tanta consigna no oía apenas la música. Algo despeinada, sus cabellos rubios algo ondulados y su atuendo de uniforme con falda a cuadros hicieron que no pasara desapercibida entre la gente. Un grupo de chicos y chicas con aspecto callejero pasó por su lado, uno de ellos le gritó:
-¡Tú, zorra pija de mierda, a ver si te rompes tus putas medias arrodillándote para hacerme una mamada!- el resto se río, felicitando la ocurrencia del que parecía su líder. Cintia continuó, un tanto ajena al comentario. El mismo tipo que profirió tales palabras comenzó a tirar de unas vallas que separaban a la hilera de policías encargados de vigilar a la masa de gente que se había concentrado en la manifestación. La policía respondió con unas salvas que no mitigaron la violencia del grupo.Sus lacayos comenzaron a tirar piedras hacía las patrullas,  Se hizo el caos. La batalla campal estalló sin importar dónde ni contra quién. Cintia no entendía nada. Vio como el gentío corría en su misma dirección. Asustada se arrancó los cascos de cuajo y tiró la carpeta al suelo para poder correr mejor. De repente, se oyó un disparo. Por unos instantes se hizo un  agudo silencio. Una mujer gritó - allí en el suelo, es sólo una niña-. 
El cuerpo yacía en la acera, un hilo de sangre se derramaba por un oído. Ya sólo se escuchaba la última canción que reproduciría su iPod: Sunday Bloody Sunday, de U2.

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