con la forma de su rostro, intentando hacerlo material tras el roce de un beso al viento y levantarme llena de estupor por aquella irrealidad. Convertir mi alma en un sollozo cuando comprendo que no todas sus horas son de mi propiedad y poner tiempos de destierro entre nuestros cuerpos sabiendo que cada segundo me consume. Entender en la imposibilidad de su finitud los límites de nuestra propia existencia, unos puntos entre la multitud. Su realidad, mi realidad, me destruye y niego la prueba en mis creencias. |
lunes, 25 de junio de 2012
Sus Límites
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