domingo, 6 de noviembre de 2011

Ahogada en la esperanza.

Entre "Creadores de Sombras" me hallaba, vislumbrando retazos de un mundo que se me tornaba ajeno, obscuro, perverso, lleno de actuaciones de dudosa índole, devastador, desolador. Intentando comprender lo inenarrable, lo que únicamente los años y el mucho esfuerzo te conceden el honor de entrever. Sólo la cristalina luz del atardecer que sin permiso se colaba por la ventana del tren podía desprenderme de sus ojos, aquellos inolvidables ojos que con su aguada y profunda apariencia me presagiaban de alguna forma lo que esa noche me iba a acontecer. 
Él continuaba con su analítica, con su prosa, con su indagación, siempre acogedoramente incisivo. Antes de desgarrar la piel con un imperceptible movimiento, siempre daba en la  zona afectada un narcótico beso. Estaba turbada, mi alma comenzaba a removerse por entre mis entrañas, un torbellino de pensamiento inundaba mi mente, mientras él continuaba con su ritual. Yo era a penas unos ojos huidizos que con no poco esfuerzo se podían tener dentro de sus cuencas, ante él no sabía nada, me sentía más desarmada, más frágil, palidecía. 
Me estaba muriendo y él lo sabía. Era el único que se dio verdadera cuenta de mi engaño. No quería a la vida y ella a mi tampoco, y se me estaba esfumando. A cada segundo que pasaba la perdía y ella no deseaba retenerme. Cuando pronunció aquellas palabras, las lágrimas que tanto tiempo había conseguido guardar dentro de mi, salieron, como si jamás hubiera llorado, como si fuera la primera vez. Ya era suya.
Aprovechando mi distracción y viendo que no sólo el viaje en tren era lo que ese día podía terminar, movió sus manos con un movimiento determinante. Las dirigió directas hacía mi interior, rasgó la fina piel que aún protegía mis órganos, y acto seguido, sentí un dolor, breve, pero el más intenso que podré conocer nunca. Cuando me quise dar cuenta de lo que me estaba aconteciendo me horroricé. Sus viejas manos estaban agarrando mi corazón y apretándolo con un ritmo fuerte. Mi acto reflejo, aún tenía, intentó apartarlo de mi. No entendía nada, pero la profundidad del dolor me hizo desmayarme.
Me despertó en mi parada, con un cálido gesto que no supe interpretar, no sé como tuve fuerzas para bajarme y salir a la superficie. Comencé a andar sin rumbo, era ya noche cerrada, pero había perdido la noción del tiempo, no sabía siquiera si seguía en el mismo día, o quizá había pasado un semana, o un mes. Sólo noté que mi paso era más rápido, más firme. Me senté entre sollozos de incomprensión en un banco de piedra helada frente al museo en el que me encontré con él una de las primeras veces que le vi. Cuando ya no quedaban más lágrimas y recuperé el apetito que hacía tanto tiempo hube perdido, lo entendía con claridad, aquellas manos me habían salvado, me habían otorgado la vitalidad que había perdido. Rompió a llover fuertemente, pero no me refugié, me quedé quieta recibiendo ese baño, ahogándome en la esperanza.

3 comentarios:

  1. sencillamente espectacular! muy muuuy bueno! mis felicitaciones a la artista :D

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  2. Gracias por pasarte y por firmar =)

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  3. No esperaba ese final, pero me encanta. Sencillamente genial..

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