miércoles, 20 de julio de 2011

Bifurcaciones de la vida.

Hasta cierto punto todos en nuestras vidas actuamos por imitación de aquellas personas que creemos importantes, sujetos de admiración, o aquellos seres que reúnen todas las, a nuestra vista, virtudes que nos encantaría poseer.
A los 6 años quería ser esteticién, dado que un familiar muy cercano lo era y me parecía una profesión de lo más interesante con aquellos dibujos de rostros tan bellos que intercepté de pequeña en un cuaderno de plástica bastante escondido que no sé muy bien cómo hallé. A los 10 u 11 años pensé en que mejor podría dedicarme a la abogacía, ya que me encantaban las aventuras que padecía y disfrutaba la protagonista de la serie Ally McBeal. Quizá una lógica muy pueril, pero como entendí más tarde no fui la única que comenzó a poner los ojos en dicha profesión gracias a esa serie....
De esta forma podemos continuar con un largo etcétera de distintas aspiraciones y metas que han ido consolidando mi personalidad hasta que tomé un decisión. Sí, ese agridulce proceso en que dejamos de lado muchos 'poder-ser' por un único y concreto 'esto-es' que marcará de una forma casi determinante nuestras vidas. Con esto no quiero decir que sólo por el simple hecho de escoger 'el camino' nuestra ansiada meta está totalmente conseguida, pensamiento completamente inocente que no podemos evitar pensar cuando somos todavía almas poco curtidas en los avatares de la vida. Queremos saborear la manzana antes de dejar que crezca y se ponga madura tras un largo proceso en que pueden acontecer diversas vicisitudes o quizá hechos favorecedores. En fin, pero lo que no podemos evitar es que esta elección, dura como tantas otras que más adelante vendrán, marque nuestra vida. No sólo vale el esfuerzo, el tesón, la ilusión, o como algunos prefieren: la cabezonería. La sociedad, la vida, y más concretamente, tus propios pasos a través del complejo tejido denominado: sociedad, te pueden asestar un duro golpe, un tropiezo, o un obstáculo en tu camino que hace que tengas que cargar con tu ilusión y tu inocencia en tu espalda y que dicho camino se torne tan áspero, tan difícil que elijas nuevamente lo que jamás te planteaste en serio que harías, dar marcha atrás.
Efectivamente la vida te pone ante una bifurcación del camino, aunque lo que no se puede, y quizás por salud es mejor no hacer, es olvidar todas y cada una de las grandes elecciones que has realizado y te han conformado como persona. Dicha bifurcación corre paralela al camino inicial, pero presenta otras ventajas y riesgos que a su vez has de recorrer y así hasta el infinito. Sin embargo viene con una condición añadida de la que es muy difícil desembarazarse: la añoranza, ese sentimiento que te embriaga y nubla la vista, al correr paralelo al camino inicial te lo deja entrever en los resquicios del recuerdo y te hace preguntarte ¿tome la decisión correcta o mutilé una versión de mi mismo que podría ser mejor que la actual? Como vemos se nos vuelve a plantear la eterna incógnita humana de qué es mejor si el 'podría- ser' o el 'esto-es'. Pero para poder averiguarlo sólo nos resta volver a enfrentarnos con los obstáculos del camino inicial que escogimos en un acto de total romanticismo. Aunque para tomar esta decisión no podemos emular a nadie, aquí sí que estamos solos.

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